Se anuncia que tardaremos tiempo en saber las causas del apagón. También existe la posibilidad de que no lo sepamos nunca. Esta realidad, frente al éxito, poco reconocido, de haber recuperado el suministro en menos de veinticuatro horas, justifica el cabreo del presidente del Gobierno y el desconcierto general al ver la capacidad del sistema eléctrico para conseguir lo más difícil y su incapacidad para lo más elemental.
Se trata de la misma opacidad del pool eléctrico y el método de conformación de precios de la electricidad, que se referencian al precio de la energía más cara. Esta metodología ha sido bendecida por Von der Leyen en la última directiva del mercado eléctrico. Especulan con los activos de generación para optimizar beneficios con cargo a las facturas de los consumidores. Dos semanas antes, debido a la abundancia de potencia renovable, pararon las nucleares porque con los bajos precios del mercado mayorista de la electricidad no eran rentables.
La nuclear es la fuente de energía menos flexible. Se para automáticamente, pero su arranque es lento y complejo. Por el contrario, las energías renovables son la fuente más flexible y modulable, que se puede hibridar con cualquier tecnología como el almacenamiento. Además, abaratan el precio de la electricidad y su tendencia de costes es decreciente.
La seguridad energética hoy día la garantiza un sistema energético con mayor capacidad de energía flexible, que es la que permite ajustar la oferta y demanda de energía en tiempo real en cualquier centro de consumo, reduciendo y desplazando la demanda. Eso no es posible con las nucleares ni con las centrales de gas.
El bajo porcentaje de electrificación de la demanda y el escaso desarrollo del almacenamiento en baterías, añadido a la falta de recursos energéticos distribuidos, hace que nuestro sistema energético sea muy poco flexible y susceptible de sufrir crisis por el desequilibrio entre la energía centralizada y la energía descentralizada y distribuida, agravado por la mínima capacidad de interconexión eléctrica con Francia, que apenas ha crecido desde el siglo pasado ante la inoperancia de la Comisión Europea.
Para que no se repita un “cero nacional” habrá que dar pasos hacia la transformación del modelo eléctrico centralizado hacia un modelo de flexibilidad energética apoyado en la proximidad entre los centros de generación y de consumo y la participación de los recursos energéticos distribuidos en el mercado y en el análisis de cobertura mediante la agregación de la demanda.
Lo hitos de la transformación hacia un modelo energético flexible pasan por acabar con la situación de “isla energética” de la península ibérica, desconectada del sistema eléctrico europeo, y denunciar tanto el bloqueo de Francia como la pasividad de la Comisión Europea ante el incumplimiento del objetivo del 15% de capacidad de interconexión, que en España no llega al 3%.
La hibridación de las instalaciones renovables con baterías de almacenamiento en todas las tensiones es imprescindible para un progreso adecuado de las renovables. Todas las instalaciones renovables, tanto las grandes como las pequeñas, nuevas o existentes, deberían obligatoriamente contar con baterías.
La función que han cumplido los grupos electrógenos en este apagón es la función que debe cumplir el autoconsumo con almacenamiento en cada centro de consumo. La generación distribuida aumenta la capacidad flexible del sistema eléctrico, asegura el suministro y la estabilidad de la red eléctrica. Es viable tecnológica y económicamente; pero, aunque las directivas europeas no establecen ninguna limitación al autoconsumo, siguen existiendo barreras regulatorias y del propio sector eléctrico que retrasan su implantación porque aumentan la competencia y, como consecuencia, abaratan los precios.
En este apagón nadie habla de precios, pero es la cuestión de fondo. Todos los que ahora proponen más nucleares, más gas y más redes, deberían hablar de sus costes y de cómo se pagarán. En la regulación vigente todos los costes y déficits del sistema eléctrico se trasladan automáticamente a los peajes que pagan los consumidores en la tarifa eléctrica. A partir de ahora, se añadirán de nuevo los pagos por capacidad. Lo que pretenden es un mercado eléctrico sin competencia porque les garantiza precios altos de la electricidad y la desprotección de los consumidores.
Es el momento de ser beligerantes como nunca contra la desconfianza en las energías renovables.