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Greenpeace pide un sistema alimentario 100% agroecológico para frenar la desertificación en España

El 75 % del territorio español está en riesgo de desertificación y los suelos agrícolas del país presentan los niveles más bajos de carbono orgánico de toda la UE, según alerta Greenpeace,  que pide poner en marcha un nuevo modelo alimentario sostenible, basado en una producción agroecológica al 100%, para aumentar el carbono orgánico en los suelos y así frenar la desertificación y, al tiempo,  fortalecer la resiliencia frente al cambio climático.
Greenpeace pide un sistema alimentario 100% agroecológico para frenar la desertificación en España

En el contexto del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, que se celebra este martes 17 de junio, Greenpeace recuerda que España es “el país más vulnerable de Europa frente a estos fenómenos”. Y, para ponerle freno, pide un cambio radical del actual sistema agroalimentario. 



“El 75 % del territorio español está en riesgo de desertificación y los suelos agrícolas del país presentan los niveles más bajos de carbono orgánico de toda la Unión Europea”, afirma la organizacion ecologista. “Aunque las lluvias recientes han mejorado temporalmente las reservas hídricas –añade- los expertos advierten que las proyecciones climáticas indican sequías más largas e intensas”, debido, entre otras causas, “al aumento de la evapotranspiración por la subida de las temperaturas”. A ello hay que sumar “un aumento de fenómenos extremos como lluvias torrenciales e inundaciones, lo que conduce a que nuestra agricultura y ganadería deban ajustarse a la realidad hídrica que viene por delante”.

Para ello,  Greenpeace ha desarrollado un Modelo Alimentario Sostenible, que demuestra que  adoptar prácticas agroecológicas a gran escala permitiría lograr emisiones negativas en la producción vegetal: hasta 12,1 millones de toneladas de CO₂ menos, lo que representa una reducción del 124 % respecto al escenario actual.

"La producción vegetal reduciría sus emisiones directas e indirectas un 88 %, y el manejo agroecológico de los suelos permitiría un secuestro adicional de carbono, alcanzando un balance de -17 millones de toneladas de CO₂ eq en 2050. Esto equivale a una mejora del 895% respecto a los niveles actuales”, subraya Greenpeace.


Suelos más sanos y fértiles

La ONG explica que el aumento del carbono orgánico del suelo mejora la salud y la fertilidad del suelo, lo que conduce a mejores rendimientos de los cultivos y mayor resiliencia frente a la erosión y la sequía. El carbonon orgánico del suelo también desempeña un papel importante en la mitigación del cambio climático, al secuestrar dióxido de carbono, contribuyendo así a los esfuerzos para reducir las concentraciones de gases de efecto invernadero.


“La agroecología no solo hace un uso responsable del agua y mejora los suelos, sino que convierte al campo en un auténtico sumidero de carbono. Si apostamos hoy por un modelo justo, local y sostenible, estaremos cultivando mucho más que alimentos: empleos, biodiversidad y resiliencia”, dice Helena Moreno, responsable de sistemas alimentarios sostenibles de Greenpeace.


Menor contaminación y mejor uso del agua
La transformación del modelo a 100% ecológico bajo manejos agroecológicos, gracias a la no utilización de fertilizantes nitrogenados y a la eliminación de la ganadería intensiva, permitiría, ademas, reducir un 57% la contaminación de aguas por nitratos que hay actualmente.

En este sentido, Greenpeace recuerda que casi la mitad de las masas de agua subterránea está contaminada por nitratos, según datos oficiales, y el Tribunal de Justicia de la UE ya ha condenado a España por no poner en marcha las medidas necesarias para afrontar esta contaminación.



El nuevo modelo agroalimentario que plantea la ONG ayudaría, además, a que los cultivos de regadío se ajustaran a los límites de las distintas demarcaciones hidrológicas, favoreciendo el desarrollo de cultivos de secano —como las leguminosas— y relocalizando aquellos que requieren mayores cantidades de agua hacia regiones donde se prevé que la escasez hídrica sea menos severa.



“La agricultura industrial e intensiva agota acuíferos y degrada ecosistemas, mientras que la agroecología optimiza el uso del agua, se adapta mejor al cambio climático y garantiza la seguridad alimentaria a largo plazo”, remarca Helena Moreno. Para 2050, afirma, “se eliminarían 3.200 ha de invernaderos y 163.000 ha de regadío al aire libre, que pasarían a secano”.

Cómo implementar el nuevo modelo
Para implementar est nuevo modelo, Greenpeace dice que hay que empezar por establecer políticas que favorezcan una transición total hacia la producción ecológica de mnera que al menos el 25% para el 2030 y el 100% para el 2050 de la producción sea ecológica, tanto en la ganadería como en la agricultura; y que esta transición tenga una dotación presupuestaria propia.


Solicita, asimismo, favorecer estructuras de logística y de distribución de alimentos en el espacio rural y costero que den salida a las producciones en ecológico y que hagan factible atender con producción propia la demanda generada, priorizando la venta de productos agroecológicos y de la pesca sostenible.


Greenpeace considera imprescindible asimismo, que los/las productoras reciban formación y apoyo técnico continuo en áreas como prácticas agrícolas sostenibles de base agroecológica; y articular recursos y políticas públicas que impulsen la creación de redes robustas para apoyar procesos de transformación alimentaria a largo plazo, así como integrar la alimentación en políticas urbanas más amplias, como clima, vivienda, transporte y salud. 

Ejemplos de prácticas agroecológicas
Algunas de ellas son la reintroducción de variedades tradicionales de cereales de invierno, como la cebada, trigo, avena, triticale y centeno, que, además de resistir mejor la sequía que otros cultivos, contribuyen a la reposición del carbono en los agroecosistemas.

Otras buenas prácticas recogidas porla ONG son ustituir progresivamente los barbechos blancos por cultivos de leguminosas en secano y por hortalizas, remolacha o patata en regadío, con el objetivo de alcanzar una sustitución total para 2050; y el uso de residuos urbanos, agrícolas y agroindustriales, junto con estiércol, como estrategias clave para la reposición de nutrientes en los agroecosistemas.

Para el manejo de superficies forestales, pide recuperar la ganadería extensiva, integrando así la producción animal en la gestión sostenible del territorio.

 

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